martes, 15 de octubre de 2013

La discutida utilidad de un Senado (III): El Senado español



Esperanza Aguirre fue elegida senadora por Madrid (1996-2003) y ocupó la presidencia de la institución (2000-2003). José Montilla lo es desde 2011 por designación autonómica de Cataluña y ocupa la portavocía del grupo Entesa pel Progrés de Catalunya (PSC e ICV). Fotos: PP Madrid y Mutari / Wikimedia Commons

Parece lógico que en España haya un parlamento bicameral. Un país relativamente grande, profundamente descentralizado, y con culturas y sensibilidades territoriales bastante pronunciadas, constituye el ecosistema ideal. Sin embargo, cada vez se oyen más voces en contra de esta institución, poco relevante de cara al público y con unos presupuestos superiores a los 50 millones de euros al año.

El parlamento español es fuertemente asimétrico: a excepción de algunos nombramientos y cuestiones territoriales, el Senado carece de competencias exclusivas. Puede enmendar o vetar un texto aprobado por el Congreso, pero ambas situaciones son reversibles mediante una nueva y definitiva votación en la cámara baja. Asimismo, la imagen de cámara territorial se ve mermada por la fragmentación del Congreso en circunscripciones provinciales que ya otorgan presencia en las Cortes a las fuerzas regionalistas.

Esto no quiere decir que el Senado sea inútil. No es raro que enmiendas suyas salgan aprobadas y ha demostrado ser un foro de debate útil en el desarrollo legislativo. Sin embargo, esto puede no resultar suficiente. Así, sin resultar exhaustivo:

  • Si lo que se desea es una presencia territorial en las Cortes, ésta ya está asegurada por el Congreso, como se observa en su composición, con fuerte presencia de partidos regionalistas y nacionalistas.
  • Si lo que se busca es una instancia de debate diferente del mediatizado y encorsetado pleno del Congreso, no hay que olvidar que ya existe mucho margen para debatir en comisiones parlamentarias.
  • Si lo que se pretende es la revisión de la norma por ciudadanos especialmente cualificados o con más tiempo para deliberar, no hay que olvidar que ya se dispone del Consejo de Estado como órgano consultivo no vinculante.

No todos los debates en el Senado son irrelevantes. Mariano Rajoy compareció en agosto por el caso de corrupción en torno al ex senador Luis Bárcenas. Vídeo: Europa Press / Youtube .

 Por ello se pueden plantear, entre otras, las siguientes vías:

  1. Que el Senado siga como hasta ahora y que no se acometa ninguna reforma. Ya lleva 35 años igual, así que por qué no otros 35. Y encima nos evitamos jaleos y quebraderos de cabeza para reformar la constitución.
  2. Que se reforme el Senado para darle un papel más relevante, con poder de veto real y una composición más acorde con la realidad territorial actual de las autonomías. El Bundesrat alemán quizás pueda utilizarse como el referente más cercano.
  3. Que se suprima el Senado y se deriven sus antiguas funciones a otros órganos ya existentes, como los mencionados, con las correspondientes reformas que sean necesarias en sus respectivos estatutos.

El debate queda abierto.


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