El presidente español José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) comparece ante el Pleno del Senado en abril de 2011. Foto: La Moncloa |
¿Es realmente útil contar con dos
cámaras legislativas en vez de una? Los irlandeses opinan que sí. Así lo
expresaron la semana pasada en referéndum, con un 51,7% de los votos. Irlanda no
se une por tanto a países como Nueva Zelanda (1950), Dinamarca (1953), Suecia
(1971), Islandia (1991) o Noruega (2009) que ya aprobaron reformas similares.
En la primera de nuestras tres entradas, estudiaremos las causas que han justificado el bicameralismo.
¿Qué razones fundamentan la formación de dos cámaras en vez de una?
Arend Lijphart afirma en sus Modelos de democracia (1999) que, aunque el
sistema unicameral es mayoritario en el mundo, el modelo bicameral es el más representativo
entre las democracias más consolidadas. Sin embargo, las razones que justifican
la existencia de una segunda cámara, más allá de controlar la labor de la
primera, varían dependiendo del país. Las más habituales son:
1) Representación aristocrática. Tradicionalmente se consideraba útil
que una cámara alta compuesta por los mejores, ya fuera por nacimiento,
propiedades o méritos personales, controlara la labor de la cámara baja, más
voluble e inestable. Esta representación aristocrática, causa primigenia del multicameralismo, casi
ha desaparecido en la actualidad con una gran excepción: la Cámara de los
Lores británica.
La Cámara de los Lores (1870-1885). Foto: Francis G. O. Stuart |
Compuesta por 26 “lores
espirituales” (obispos de la Iglesia anglicana), y más de 700 “lores terrenales”,
estos últimos son elegidos con carácter vitalicio por el monarca, asesorado por
el primer ministro o una comisión al efecto. Antiguamente los cargos eran
hereditarios, pero una reforma de 1999 limitó estos supuestos a 92. En 2012, se
paralizó una nueva reforma que habría introducido el sufragio directo para la
mayoría de la cámara. En todo caso, las funciones de la Cámara de los Lores están cada
vez más limitadas a un discreto control del gobierno mediante preguntas y a la revisión
de las normas aprobadas en la Cámara de los Comunes, sin capacidad para abolirlas y sólo
a veces para retrasar su aplicación; asimismo, las funciones judiciales de su Comité de
Apelación fueron trasladadas a una Corte Suprema en 2009.
Las cámaras altas de otros países de herencia
británica, como Irlanda o Canadá, comparten algunas de sus características. Por otro lado, el
presidente de Italia nombra senadores vitalicios por "méritos extraordinarios" pero su
presencia es casi testimonial (en la actualidad, sólo 6 de 321).
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Mario Monti, primer ministro italiano (2011-2013), fue nombrado a su vez senador vitalicio. Foto: Friends of Europe / Wikimedia Commons |
2) Representación territorial. Es el fundamento sobre el que se sustentan las cámaras altas de países
federales (Alemania, Suiza, Estados Unidos) o fuertemente descentralizados (España,
Italia). En algunos supuestos, todos los Estados miembros de la federación
cuentan con los mismos asientos (dos para cada uno de los cincuenta Estados, en
el caso del Senado americano); en otros, este número se modula según su
población (así en el Bundesrat alemán, con entre 3 y 6 votos para cada land). Este
tipo de cámaras sobrerrepresentan las regiones menos pobladas, lo que otorga un
mecanismo de defensa a estas minorías.
La representación territorial no es exclusiva
de países de tradición descentralizadora. El Senado francés se basa también en este principio y su composición se elige de forma indirecta, mediante un colegio de “grandes
electores” que representan los departamentos y regiones (5%) y los consejos
municipales (95%). Esto ha generado una sobrerrepresentación de las zonas
rurales (Duverger la llamaba la “Cámara de la Agricultura”) y el control del
Senado por las fuerzas conservadoras hasta las elecciones de 2011.
El Senado francés, en el Palais Luxembourg. Foto: Jackintosh / Wikimedia Commons |
3) Estabilidad institucional. Es el objetivo ya mencionado de las viejas
cámaras de representación aristocrática, adaptado a los modernos sistemas
democráticos: crear un órgano con legitimidad popular pero más duradero y
estable que la cámara baja, donde fluyan con más sosiego el debate y la
deliberación. Los mecanismos para conseguirlo son la elección indirecta de los
senadores (Reino Unido, Irlanda, Francia, Alemania) o su renovación escalonada (en
Estados Unidos, por tercios, cada tres años; en Francia, por mitades, cada tres
años también; en Alemania, en concordancia con el calendario electoral de cada
región).
4) División funcional. Puede ocurrir que la cámara alta y la cámara
baja ostenten algunas competencias exclusivas, al margen del control mutuo. El
ejemplo más paradigmático es el de Estados Unidos, donde el Senado controla los
nombramientos gubernamentales, ratifica los tratados internacionales y juzga
los supuestos de impeachment
(procesamiento de un cargo público), mientras que la Cámara de Representantes abre
el mencionado proceso de impeachment
y cuenta con iniciativa en legislación fiscal.
El Senado de Estados Unidos en 2010. Foto: U.S. Senate, 111th Congress |
En la próxima entrada analizaremos el
peso efectivo de esas cámaras altas dentro del aparato institucional de sus
respectivos países, así como las características de aquellos estados donde, en cambio, se ha
implantado el modelo unicameral.
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