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El Palacio de la Moneda en Santiago de Chile es la residencia oficial del Presidente. Foto: Wikimedia Commons |
Es importante entender un país
como Chile y no sólo porque vaya a jugar contra España en el mundial. Con su
peculiar forma geográfica y sus 17 millones de habitantes, es el estado con
mayor PIB per cápita y mejor índice de desarrollo humano de la zona, el único
país sudamericano dentro de la OCDE, y cuenta con un crecimiento económico
sostenido, una inflación baja y una estabilidad política que hasta hace poco se
consideraban anómalas en el subcontinente. Aún así, no todo es jauja: los índices de desigualdad son los más altos del club de países desarrolados, las protestas estudiantiles por las tasas universitarias se han multiplicado en los últimos años y aún perviven algunos vestigios de la herencia de Pinochet en el texto constitucional.
Estas semanas, el país se ha enfrentado a unas
elecciones generales que culminan este domingo con la segunda vuelta de las presidenciales.
Michelle Bachelet parece la máxima favorita para convertirse en la primera
presidenta reelegida en Chile desde 1952, pero antes necesita revalidar su
victoria en primera vuelta frente a la líder conservadora Evelyn Matthei.
Durante este fin de semana estudiaremos
en dos entradas el sistema político del país andino.
La consolidación de la democracia mediante una república presidencialista
Una de las claves de su éxito es
su consolidado sistema democrático, lo que no deja de parecer sorprendente si
tenemos en cuenta que la dictadura de Augusto Pinochet se prolongó de 1973 a
1990 y que la constitución aprobada en 1980 se mantiene aún asombrosamente
vigente. La carta magna ha sido sometida a repetidas reformas, algunas profundas
como la aprobada en 2005, pero la redacción de un nuevo texto está ahora en la agenda
política y se ha convertido en una de las prioridades del partido de Michelle
Bachelet. En el debate presidencial de esta semana, ésta anunció que pretende
presentar un proyecto para el segundo semestre de 2014, aunque no cuenta con
mayoría parlamentaria suficiente para modificarla en solitario.
Chile es una república
presidencialista, en la que las jefaturas de Estado y de gobierno se concentran
en una sola persona, que es elegida de forma directa por cuatro años, a doble
vuelta si ningún candidato supera la mitad de los votos en primera elección. Desde
1999, esta segunda vuelta ha sido siempre necesaria. Históricamente, la
reelección en mandatos sucesivos solía estar prohibida y así se refleja en la
actual constitución. Desde la reinstauración de la democracia, dos presidentes
han buscado repetir en el cargo: Eduardo Frei a finales de 2009, diez años
después de dejar la presidencia (1994-2000), y Michelle Bachelet ahora, cuatro
años después (2006-2010).
El Congreso Nacional y el sistema electoral binominal
Aunque el nombramiento del
presidente no dependa del Congreso en Valparaíso, su capacidad de obrar sí. El legislativo se
compone de dos cámaras: la Cámara de Diputados, compuesta por 120
representantes y que se renueva totalmente cada cuatro años; y el Senado, con
38 representantes y que lo hace por mitades con la misma frecuencia. Desde que se
redujo el mandato presidencial de seis a cuatro años en 2005, elecciones
legislativas y presidenciales coinciden en el tiempo. Se trata de un sistema
bicameral simétrico, por lo que ambas cámaras tienen una importancia similar,
en un equilibrio de atribuciones muy parecido al estadounidense.
La composición de ambas cámaras
se basa en el sistema binominal impuesto durante la dictadura, muy polémico y
objeto de modificación en la actualidad. El país se divide en pequeñas circunscripciones
con dos representantes cada una, y los ciudadanos chilenos pueden votar a un solo
candidato de su circunscripción. Cada partido o coalición puede presentar hasta
dos candidatos por circunscripción, pero sólo saldrán elegidos ambos si entre
los dos suman más de dos tercios de los votos. Dada la dificultad que entraña
obtener una victoria tan apabullante, lo normal es que las dos grandes
coaliciones de izquierda y derecha se repartan los dos diputados de la
circunscripción, lo que genera un sistema bipartidista muy equilibrado.
El sistema binominal genera
otras perversiones: un candidato independiente puede quedarse sin escaño aun
ganando las elecciones en su demarcación, si los dos candidatos de un mismo partido suman más
votos que él. Asimismo, si un candidato cosecha por sí solo más de dos tercios
de los votos, su compañero de fórmula podrá haber obtenido solo un voto, que
logrará el escaño frente a otros candidatos de la oposición más populares. En
octubre se aprobó modificar este sistema electoral hacia uno más proporcional, aún
por concretar, que seguramente implique un aumento del número de representantes
y una modificación de las circunscripciones.
En los comicios de este año, las
fuerzas de izquierda obtuvieron la mayoría absoluta en ambas cámaras, como ya
analizamos en el último resumen electoral. Así, una improbable victoria de la
líder conservadora Evelyn Matthei en la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales dificultaría enormemente la gobernabilidad del país.
Mañana estudiaremos más
detenidamente cuáles son los partidos políticos chilenos y la evolución del
país durante estas dos décadas, con mayor hincapié en las modificaciones electorales que se han aplicado este año.
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